Capítulo 1.
CAPÍTULO
1. ACTUALIDAD.
Es viernes, de fondo en la radio, suena la canción
Emocional de Dani Martín que tanto me gusta. Comienza a apreciarse el verano en
las calles de Badajoz y todo el mundo quiere disfrutar de los primeros rallos
de sol. Las calles se inundan de gente que corre a sus trabajos, institutos,
colegios... contando las horas que quedan para obtener la libertad, bonita
palabra. Entre todas esas personas me encuentro yo.
Tan solo quedan dos semanas para afrontar mis temidas
recuperaciones. ¿Puede haber algo peor? Si, llegar tarde al último día de
clases. Llego a la parada de la línea nueve casi sin respiración, miro el reloj
las 9:03. En silencio rezo por qué no haya pasado aún el bus o tendré que
esperar 20 minutos y por tanto, llegaré tarde. Entonces estaría metida en un
serio problema, con nombre y apellidos: Sofía Merino.
Decido comprar mientras espero algo para beber en el
pequeño quiosco situado justo detrás de la parada. Mientras, mi móvil no deja
de sonar. Los mensajes como cada mañana se acumulan pero no tengo tiempo de
mirarlos, estoy segura de que la mayoría sino todos serán de Alex y el temido
grupo de los científicos hablando sobre los exámenes.
Nada más entrar en el quiosco María me saluda como cada
mañana mientras me entrega lo habitual. Seis años ya con la misma rutina y las
mismas prisas de cada día, pero todo ello pronto llegará a su fin. Oigo
el bus y al girarme le veo llegar por la avenida Sinforiano Madroñero y por un
momento me permito respirar tranquila. Camino hacia la parada y espero a que
pare mientras observo a la gente que viaja dentro, me pregunto quiénes serán, a
dónde irán, si tendrán preocupaciones o por el contrario ocultarán algún oscuro
secreto. Nada más abrir las puertas subo, paso mi bono-bus por la ruidosa
maquinita y me siento al lado de una chica que dibuja en su cuaderno, no puedo
dejar de fijarme en los ojos que se encuentran plasmados en ese cuaderno. Ojos
verdes que parecen brillar, creo que últimamente me estoy volviendo una
sentimental. Algo tiene que ver que mi etapa como estudiante en el Puerta del Hierro
llegue a su fin, hoy es día de despedidas, de abrazos acompañados de besos y
tristeza. Hoy comienzan realmente las preocupaciones, las dudas acerca de qué
estudiar, las horas de estudió para pasar la temida selectividad. Uf, solo de
pensarlo no puedo evitar agobiarme, soy de esas personas que aún no han
decidido qué quieren o les interesa estudiar.
El bus llega a mi parada, como siempre hace un movimiento
brusco que provoca que me zarandé y casi caiga de bruces. Siempre he sido algo
patosa y con poco equilibrio. Bajo y no dudo en correr hasta el instituto. Hoy
he llegado por los pelos, el tráfico en el Puente Real nos ha retrasado más de
lo esperado. En la puerta, Sofía, mi mejor amiga me espera y si las miradas
matasen creo que ahora mismo estaría muerta.
-
Lo siento Sofía, me he retrasado
ya sabes que estos días hay mucha gente y tengo que echar una mano en la
librería.
Normalmente cuando nombro la librería se relaja. Sofía es
una de esas personas que al igual que a mí le encanta leer, por ese motivo
perdona todos mis retrasos si son ocasionados por mi trabajo en la librería.
Hoy su enfado persiste a pesar de mi explicación, son muchos años de amistad y
no hay nadie que sepa leer sus emociones mejor que yo.
-
Llevo una hora llamándote, ¿tienes
el móvil de adorno o qué? Han cancelado las clases y llevo un mes diciéndote
que quería ir a comprar el vestido para la graduación después del último día de
clases. Solo queda un día para nuestra graduación y no podemos perder tiempo a
la hora de ir de compras. Ni por asomo pienses que te vas a librar de
acompañarme.
Comienzo a reírme, solo ella tiene la capacidad de hacerme
reír hasta en los peores momentos.
-
Está bien te acompañare, con la
condición de que tomemos un batido de chocolate y nata más tarde.
Mi risa se hace más fuerte y ella tira suavemente de mi
brazo y me empuja fuera del instituto hacia el centro comercial. Es entonces
cuando aprovecho para mirar el móvil, tengo 4 mensajes de Alex. No puedo evitar
que una enorme sonrisa se dibuje en mi cara.
Conocí a Alex el año pasado. Es curioso como las personas
pueden llegar a tu vida de la nada y sin buscarlas o esperarlas. Una tarde,
mientras tomaba algo con mi amiga Rocío una luz verde parpadeó en su móvil era
la alerta de una notificación del Twitter.
A raíz de ahí empezamos a comentar las fotos de su Twitter y comprobar
lo mucho que habíamos cambiado desde la etapa de Educación Infantil. La
sorpresa fue cuando al revisar a las fotos actuales me llamo la atención una de
ellas, Rocío salía con un top de encaje negro que le regalé el año pasado pero
no fue eso lo que me llamo la atención. En la foto estaba acompañada de un
chico moreno, de ojos marrones que me dejo sin habla. Ella noto rápido mi interés
por él y no pudo evitar empezar con sus bromas. Se paso el resto de la tarde
amenazando con hablarle y si, al final ese mensaje fue enviado.
Mi cara se puso al menos 5 tonos más roja, nunca
olvidaré la vergüenza que me hizo pasar. Tan solo unos días después
comenzamos a seguirnos en las redes sociales y a intercambiar me gustas. Un día
finalmente me decidí a hablarle. Ambos contestábamos instantáneamente a los
mensajes y yo no podía esperar para leer el siguiente que me enviaría. No tardé
mucho en ver que era tan especial como yo lo imaginé.
Todo ello hizo que me aterrara, yo acababa de salir de una
relación difícil, del desengaño con mi primer amor. Tenía claro por aquel
entonces que no quería entrar en una relación de nuevo sino disfrutar de la vida
con mis amigas.
Tan solo tenía 17 años y era el momento de centrarme en
mis estudios y de vivir un poco la vida. Pero tras dos meses hablando todos los
días comencé a comprender que realmente sentía cosas por él. Es curioso cómo se
rompen las barreras que uno mismo construye en cuestión de meses y realmente
comienzas a plantearte qué es eso del amor.
Tras el intercambio de mensajes, una noche Rocío organizó
una fiesta y los dos estábamos invitados, siempre he pensado que quiso hacer de
celestina. Era la primera vez que nos veíamos y ambos teníamos tantas ganas de
conocernos que llegamos antes de tiempo a la fiesta. Habíamos quedado en
bajarnos ambos en la parada de la Avenida Fernando Calzadilla que se encontraba
a dos calles de la casa de Rocío. Le reconocí entre el grupo de personas tan
pronto como puse un pie en el suelo, iba guapísimo con unos pantalones vaqueros
cortos y una camisa con una serie de dibujos creados con líneas sencillas y
diferentes colores, que podrían pasar por dibujos de un niño pero que si te
fijabas bien veías el trazado perfecto y cuidadoso de aquellas líneas.
De repente mi mente regresa al centro comercial, Rocío
pasa sus manos por delante de mi cara.
- Oye deja de pensar en tu
amorcito y céntrate que tenemos mucho que hacer antes de regresar a casa para
comer.
Me encanta pensar en ese día y como mi vida dio un vuelco
aquella noche. Miro su perfil, la primera foto que nos hicimos y pienso en
lo lejano que me parece ya ese momento y tan solo ha pasado un año. Leo su
mensaje:
Buenos días ojitos verdes, espero que te hayas levantado con
energía para afrontar el último día con una de tus mejores sonrisas, las más bellas que he visto en el mundo. Disfruta
con tus compañeros, prohibido llorar y recuerda: no dejes de pensar en mí, ya
sabes que te quiero.
Debajo hay un montón de caritas y un mensaje en el que me
dice que entra a trabajar ya. Contesto rápidamente mientras avanzamos por los
pasillos del centro comercial “El Faro” y reviso el resto de mensajes. Juan
como siempre comienza el día mandando fotos de los deliciosos dulces de su
panadería, sabiendo que estaré deseando comerme uno de ellos. Acompaña estas
fotos con un trozo de la canción "Dos días" de fondo flamenco, por la
que me recuerda que la vida son dos días y que uno está lloviendo con la
intención de que no pierda la sonrisa. Siempre me he preguntado si tiene un
sensor para ver mi estado de ánimo, siempre sabe que frase es la adecuada para
cada momento.
Guardo el móvil y miro a Sofía que se ha parado a mi lado.
Estamos frente al escaparate de HYM y veo como se ilumina su cara al ver un
vestido color coral con la espalda abierta. Yo en cambio me fijo en un mono
azul de color oscuro. No dudamos en entrar y probarnos media tienda. Ya se sabe
que el bolsillo de un estudiante no da para mucho. Al cabo de una hora ambas acabamos comprando
el vestido y el mono que vimos al principio. Son solo las 12:00 de la mañana y
aún quedan dos horas hasta que tenga que volver a casa. Decidimos ir a buscar
unos zapatos que combinen con lo que hemos comprado. Ella como siempre elije
unos tacones de infarto color coral y yo me decanto por unas cuñas amarillas
que dan luz a mi estilismo. Empiezo a ser consciente de que mañana nos
graduamos y empiezo a sentir mis nervios.
Mientras nos acercamos a los Valencianos para tomar mi ansiado batido de chocolate, mi móvil
empieza a sonar. Es mi madre necesita que vaya a casa, tiene algo importante
que decirme.
-
Sofia tengo que irme, mama como
siempre me necesita. Recuerda, me debes un batido.
La doy un abrazo y busco la salida del centro comercial.
No vivo muy lejos, tan solo tengo que cruzar el Puente Real, por eso decido
ponerme mis cascos y correr mientras la música entra por oídos. No dejo de
darle vueltas a que será eso tan importante que mama quiere contarme. Mi madre
desde que Marcos, mi hermano mayor, se fue a París dejando atrás sus estudios,
a su novia Esther, sus amigos y a todo excepto a nosotras no ha sido la misma. Hay noches que la escuchó llorar mientras habla con Esther
contándole lo mucho que su hijo ha cambiado. Porque si por mucho que mi madre
se niegue a aceptarlo su hijo no es el hombre que pretendía que fuera. Yo en
cambio, sigo viendo a mi hermano igual, desde pequeño siempre tuvo pasión por
el arte. Le encantaba ir conmigo al museo del Prado que se encuentra en Madrid
y explicarme las historias que escondían los cuadros. Cuando me dijo que se iba
a París solo pude alegrarme por él, era su sueño desde pequeño. Cientos de
noches acostados mirando al cielo me contaba sus planes y que abriría algún día
su propia galería y llegaría a ser famoso. En cambio mama lo presionaba para
que se casara pronto y dejará sus fantasías buscando un trabajo que le diera de
comer a él y a su familia.
-
¡Mierda! Lo siento, no te había
visto. Estas sangrando, te he roto la nariz. Lo siento de verdad, toma
ponte mi pañuelo y presiona.
Ante mí en el suelo hay un chico con la nariz rota, ha
sido mi culpa me he chocado con él y todo por no mirar por donde voy. Él chico
me mira pero no dice nada. Tiene la cabeza rapada, unos ojos verdes tan claros
que me recuerdan a los ojos que aquella chica dibujaba esta mañana en el bus.
En su brazo se ve el comienzo de un tatuaje, no se mucho francés pero me parece
que está escrito en ese idioma y rodeado por unas alas. Dejo de mirarle siendo
consciente de que su mirada no ha dejado mi cara ni un segundo y no deja de
sangrar. No se mueve, solo me mira y la verdad me estoy empezando a poner un
poco nerviosa.
- Mira tengo algo de prisa,
espero que no te moleste que rompa el juego de miraditas. Puedes quedarte mi
pañuelo y espero que no sea nada de verdad.
El chico empieza a reírse, pero ¿qué es esto? Primero no
habla, solo me mira y ahora se ríe de mí. Comienzo a caminar, el nerviosismo pasa
a un estado de cabreo. Camino hacía mi
casa obligándome a no mirar hacia atrás, pero oigo que él se mueve y en un
segundo le tengo delante de mí, cruza sus brazos y pone una sonrisa arrogante.
De verdad los chicos son tan arrogantes…
- Primero que todo pequeña mi
nariz no se ha roto, respira solo es un poco de sangre. ¿Es que nadie te enseño
a mirar por dónde vas? No me contestes ya se la respuesta. NO. Lo que no me
esperaba es que ni si quiera te presentaras, ¿sabes que es de mala educación?
Debes de cuidar y atender a la persona a la que causas un daño, en este caso yo
y por tanto tienes que acompañarme al médico. Lo segundo la que me comía con la
mirada eras tú pero bueno eso resultaba demasiado obvio ya que acabas de
escanearme de nuevo. ¿He pasado la I.T.V?
Algo tiembla dentro de mí, no sé si es por el cabreo, el
miedo o por como su voz me gusta. Opto por lo primero.
- ¿Acaso me conoces de algo? No, por
eso mismo no me presento ya se sabe que no te puedes fiar de los extraños y
menos de alguien como tú. Ya me has dicho que no tienes la nariz rota por lo
que no es necesario que te acompañe al médico, ahora sino te importa tengo
prisa como te he dicho antes.
No deja de darle vueltas a algo en su mano mientras hablo
aunque tampoco quita los ojos de mí. Me mira, sonríe y como si fuera consciente
del golpe de sus palabras y el efecto que causarán en mí las dice lentamente.
- Marcos nunca me dijo que tenía
una hermana con tanto carácter, pensé que era la princesita de mama. Me alegra
saber que voy a convivir con una amargada en lugar de una princesa. Ya veo que
me voy a divertir y mucho.
Por un momento no reacciono, creo que he tenido que
escuchar mal ¿Acaba de decir la palabra convivir? ¿Conoce a Marcos? No es
posible, Marcos nunca me ha hablado de ningún amigo que se asemeje a sus
características. Viste entero de negro y su cuerpo es la prueba de que pasa
muchas horas en un gimnasio. En cambio mi hermano nunca ha pisado uno. El chico
que tengo delante es arrogante y un cabrón, mi hermano en cambio es un chico
dulce atento y que nunca faltaría el respeto a una chica y mucho menos si acaban
de conocerse. Realmente no consigo entender nada.
Mi voz no sale tan clara como esperaba, si sigo delante de
este chico mucho rato me temo que acabare golpeándole, llorando o quien sabe
que cosas haría. No, tengo que mantener la cabeza fría y ponerle en su lugar.
Pero su voz interrumpe mis pensamientos y me centro en escuchar sus palabras.
-
Soy Jacques el mejor amigo de
tu hermano, hemos decidido venir unos días a Badajoz y hacer un poco de
turismo. Sera mejor que vayas rápido a casa, tu madre estaba preocupada porque
tardabas. Tiene algo muy importante que decirte aunque imagino que una parte de
su mensaje ya lo sabes pequeña.
Lo ignoro, me
doy la vuelta y empiezo a correr por la calle que lleva a mi casa. Nada más
abrir la puerta, el dulce olor del pastel de mama entra por mi nariz. Grito que
estoy en casa y me dirijo hacia la cocina donde la encuentro con una sonrisa.
Es raro ver este cambio en ella.
Un ruido me llega desde el salón, hay alguien más en casa.
Me giro y veo a mi hermano dirigirse hacia a mí con los brazos abiertos y una
sonrisa. Mi madre se ríe tan fuerte que por un momento me paro a mirarla, pero
rápidamente reacciono y salto sobre Marcos.
- Te odio, ¿cómo no me has
avisado de que venías? Llevo tres días sin recibir un mensaje tuyo, pensé que
estarías en uno de tus momentos creativos.
No era raro que mi hermano desconectara unos días, de
repente un día cualquiera llamaría para decir que todo estaba bien y que me
echaba de menos. Creo que estoy asfixiando a mi hermano pero me da igual no lo
suelto, hace tanto tiempo que no le tenía a mi lado. Le veo algo cambiado a las
últimas fotos que me envió, aunque su cara no ha cambiado sigue tan guapo como
siempre. Mientras me suelta me doy cuenta de que algo no va bien.
- Princesa todo a su tiempo, pero
sabes que siempre pienso en ti y no dejaría a mi hermanita lejos de mí durante
tanto tiempo. Ahora necesito hablar con mama, prepárate mientras hablo con ella
que hoy comemos fuera tú y yo.
Le doy un último abrazo y voy a mi habitación, su maleta
está en mi puerta. Me rio siempre ha sido tan desordenado. Suelto rápidamente
las bolsas y me empiezo a arreglar. Cuando termino el timbre suena, es raro no
suele venir nadie a la hora de comer. Todos saben que mama trabaja todo el día
en la librería y yo no suelo estar en casa. El timbre no deja de sonar. Por mi
cabeza pasa el chico al que acabo de conocer, ¿puede realmente ser él?
Me ha encantado, no puedo esperar para leer los siguientes capítulos. ¿Lo anuncias por redes sociales? Deberías hacerlo :)
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, tienes todas las novedades disponibles en mi cuenta de Twitter @MeNiegoaOlvidar Pronto publicaré novedades y os propondré algunas cosas. ¡Un saludo!
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